«¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz!»

Escrito por Redacción SJN

21 Nov

Evangelio del jueves 21 de noviembre del 2024.
Evangelio del jueves 21 de noviembre del 2024. Lc 19, 41-44

Lectura del santo Evangelio según san Lucas: 19, 41-44

En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó:

“¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”.

 

Palabras del Santo Padre

Y entonces podemos pararnos un poco en esta palabra: familia. Porque es una realidad que ha cambiado mucho, y está cambiando, y, sin embargo, la familia permanece un valor-clave. ¿Pero sabéis cuándo fue la verdadera “revolución” de la familia? ¿Sabéis quién la hizo? Es fácil responder, porque las novedades, las de verdad, en este mundo las trajo uno solo: Jesucristo. La verdadera revolución de la familia la hizo Él. Y también la familia, Él, la ha renovado, la ha transformado. ¿En qué sentido? Nos lo dice un episodio del Evangelio, donde hay una de esas palabras de Jesús que nos dejan desconcertados, nos ponen en crisis. Lo cuentan los tres sinópticos Mateo, Marcos y Lucas. Jesús está predicando en medio de sus discípulos y a otra gente y en un determinado momento le dicen: “Aquí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte”. ¿Recordáis qué responde Jesús?  Él dirige la mirada a los que estaban a su alrededor y dice: “Estos son mi madre y mis hermanos”. Y añade: “porque quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana, mi madre” (cf. Mt 12,46-50; Mc 3,31-35; Lc 8,19-21). Esta palabra de Jesús, si lo pensamos bien, genera una forma nueva de entender la familia.

¿Veis? Al principio me he dirigido a vosotros llamándoos “hermanos y hermanas”. No es solo una fórmula, una forma de hablar convencional. No. Es una realidad, una realidad nueva generada por Jesucristo. Y como os decía, esta palabra de Jesús ha renovado radicalmente la familia, por lo que el vínculo más fuerte, más importante para nosotros cristianos ya no es el de sangre, sino que es el amor de Cristo. Su amor transforma la familia, la libera de las dinámicas del egoísmo, que derivan de la condición humana y del pecado, la libera y la enriquece con un vínculo nuevo, aún más fuerte pero libre, no dominado por los intereses y las convenciones del parentesco, sino animado por la gratitud, el renacimiento, el servicio recíproco. (Discurso a los peregrinos de la Diócesis de Asti, 5 de mayo de 2023)

Noticias Recientes