Escrito por Redacción SJN
4 Nov

Lectura del santo evangelio según san Lucas: 14, 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo al jefe de los fariseos que lo había invitado a comer:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los justos».
Palabras del Santo Padre
«Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque ellos no te pueden corresponder» (vv. 13-14). Se trata de elegir la gratuidad en lugar del cálculo oportunista que intenta obtener una recompensa, que busca el interés y que intenta enriquecerse cada vez más. En efecto, los pobres, los sencillos, los que no cuentan, jamás podrán corresponder a una invitación para almorzar. Jesús demuestra de esta manera, su preferencia por los pobres y los excluidos, que son los privilegiados del Reino de Dios, y difunde el mensaje fundamental del Evangelio que es servir al prójimo por amor a Dios. Hoy, Jesús se hace portavoz de quien no tiene voz y dirige a cada uno de nosotros un llamamiento urgente para abrir el corazón y hacer nuestros los sufrimientos y las angustias de los pobres, de los hambrientos, de los marginados, de los refugiados, de los derrotados por la vida, de todos aquellos que son descartados por la sociedad y por la prepotencia de los más fuertes. Y estos descartados representan, en realidad, la mayor parte de la población.
En este momento, pienso con gratitud en los comedores donde tantos voluntarios ofrecen su servicio, dando de comer a personas solas, necesitadas, sin trabajo o sin casa. Estos comedores y otras obras de misericordia —como visitar a los enfermos, a los presos…— son gimnasios de caridad que difunden la cultura de la gratuidad, porque todos los que trabajan en ellas están impulsados por el amor de Dios e iluminados por la sabiduría del Evangelio. De esta manera el servicio a los hermanos se convierte en testimonio de amor, que hace creíble y visible el amor de Cristo. (Ángelus, 28 de agosto de 2016)
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