Escrito por Redacción SJN
8 Ago
Por Andrés Borbore Muriel
Durante los primeros días del mes de julio, el Cardenal Paul Richard Gallagher, secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales, ofreció una evaluación del enfoque de la Santa Sede hacia la diplomacia.
Lo llevó a cabo en el marco de la finalización de la visita realizada a Filipinas y cuando hizo referencia al ejercicio de acción diplomática del Vaticano, utilizó el término Poder Blando o Soft Power.
Ahora bien… ¿Qué es el Poder Blando o Soft Power?
Si bien por etimología su orígen se ubica en el año 1990 propuesto por Joseph Nye -quien fue un académico de la Universidad de Harvard y ex Subsecretario de Defensa de Estados Unidos- su significación histórica ha ido cambiando.
Los especialistas concluyen que, en la actualidad, el Poder Blando o Soft Power es considerado como la atracción que estimula a la acción política en afinidad con alguien que espera beneficiarse por ese ejercicio de poder. En términos coloquiales, sería el ejercicio del poder sin el uso de la pólvora ni la amenaza de su empleo.
Un ejemplo a mano que puede ayudar a entender esta manifestación de poder, son los denominados “intercambios” de estudiantes o profesionales con becas y otros beneficios. Se los ubica dentro de lo que se llama Diplomacia Pueblo a Pueblo y es un instrumento del Soft Power que estamos describiendo que busca estimular emociones, sentimientos y placeres resaltando aspectos como la cultura, la tecnología, la gastronomía u otras variables que permitan construir relaciones cercanas y positivas en afinidad con los intereses de las personas y los pueblos. Para los mercadólogos sería el marketing de la experiencia. China viene trabajando hace varios años en esta dirección. Otros países han avanzado más logrando formar parte de nuestro paisaje cultural como la Alianza Francesa o el Goethe Institut.
En el caso de la Santa Sede, promueve y trabaja sistemáticamente, a partir de la Neutralidad Positiva, en principios como el bienestar de toda la humanidad, defender la dignidad humana, abogar por una paz duradera, defender el bien común, la solidaridad entre las naciones y la subsidiariedad. En esto hay que decir que las relaciones internacionales forman parte de procesos globales que involucran a regiones geográficas y políticas de gran escala. Es decir que no es que sólo en Argentina se dan las acciones políticas, sino que, claramente, involucran a varios países que también incluyen al nuestro.
Deteniéndose un poco y observando los conflictos que actualmente desgarran diversas partes del mundo en una «tercera guerra mundial librada a pedazos», es necesario «entender que la defensa no es sólo una cuestión de poderío militar, sino también de fomento de instituciones y de promoción de acuerdos entre los pueblos».
Obligado estoy en afirmar que, fundamentalmente, la Paz nace del corazón de los seres humanos y en esa tarea estamos todos involucrados, no sólo la alta diplomacia gubernamental. Decididamente… ¡Hay que trabajar por la Paz!
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