Escrito por Redacción SJN
13 Jul

Por Julio César Labaké
Para las sociedades humanas hay sólo tres grandes alternativas.
Pero la condición para reconocerlas y evaluarlas, es comprender a la «persona».
Una realidad es una manada o un cardumen de individuos de una especie. La sociedad humana es mucho más que una manada o un cardumen. Está formada por «personas» que son algo más que simples individuos.
«La persona humana es el ser emocional que razona, y que «es» » siendo-con-los-otros». Eso es la persona que vive en sociedades. Un ser complejo, que no es unidimensional, sino paradójico.
De los tres intentos que se han creado a lo largo de la historia, sólo uno es coherente con las dimensiones y exigencias de la persona.
*Se ha intentado el individualismo a ultranza, con un Estado no regulador, y dió como resultado la desigualdad extrema entre ricos y poderosos y pobres e impotentes.
*Se ha intentado el colectivismo (y su derivado, el populismo), con un Estado todoregulador, y ha dado como resultados la limitación de la libertad y la pobreza.
El primero potencia al «ser que es», lo individual. Y el segundo dice potenciar «el ser-siendo-con-los-otros», lo social, aunque acaba siendo el poder absoluto de unos pocos. Los dos son unidimensionales.
*El régimen político, social y económico debe atender tanto a la persona individual -(libertad, iniciativa y propiedad personales)- cuanto a la sociedad, respaldando la igualdad de derechos, posibilidades y bienestar para todos.
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